viernes, 23 de septiembre de 2011

Silencio

Por necesidades propias, tengo que tomar una témpora de descanso. Intentré poner algún escrito sin prisa. Hasta Luego.

Darío

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Supra control de procesos III

En su camino, Luis encontró a dos muchachas PdS (personal de servicios) que tomaron el mismo ascensor. Las contempló con detalle, embutidas en sus trajes blancos de neofibra, sus cuerpos esbeltos tenían un discreto encanto sexy. Mientras la miraba pensó:



-Desde el descubrimiento de las neofibras metálicas, toda la industria del vestido había cambiado. Todos los trajes de eran iguales. Una malla blanca que ceñía el cuerpo. Un chip, colocado en la bocamanga servía para modificar la textura, el indice de aislamiento y los colores o transparencias que la neofibra presentaba en su aspecto. Era el chppi (chip para personalizar indumentaria.


Luis no pudo menos que pensar como la informática había cambiado la moda y el diseño. Antes los modistas combinaban colores y texturas ahora eran programas informáticos los que generaban la una función traje visual asociada a un sensación somática agradable. De hecho la mayoría de la gente solo usaba un traje de neofibra en toda su vida. Aunque los chips cambiaban con frecuencia. Luis recordó que debía pedir a su proveedor en último modelo. Por lo que había leído era capaz, reproducir cualquier combinación de vestimenta desde el siglo XVII. Para volverse loco.


No obstante en el trabajo, y por norma interna, solo se usaba el color base con una leve irisación que indicaba el rango y departamento. Por eso sabía que la dos eran de SMP (sección de servicios muy personales) procuró recodar la cara de la morena para llamarla a su despacho mas tarde...


Mas tarde, uf menudo marrón tenía delante tendría que explicar ante el consejo las particularidades de su programa, y que se podía esperar como resultado. Al pensarlo recordó que allí un poco mas arriba un hombre seguía atrapado en la red de Supra, mientras el cibersistema leía poco a poco cada proteína, cada estructura molecular de su cerebro. Cierto que permanecía en estado catatónico. Pero no dejó de sentir una ligera nausea y un escalofrío al asociarlo con la presa de una araña, inerte aletargada, en tanto el veneno lo va disolviendo poco a poco.



Llegaron a la planta 0, las dos PdS se bajaron del ascensor. Se cerro la puerta y con un ligero zumbido el ascensor aceleró su caída hasta la sala de seguridad del Gran Consejo. (continuará...)



Darío

lunes, 19 de septiembre de 2011

Felipe el banquero

Hoy quiero hablar de Felipe.


Felipe, fue en sus días de trabajo un buen bancario. Era un hueso duro de roer, morosos tramposos y otros tipos indeseables para el negocio, palidecían ente su mirada fría escrutadora. Durante años gozó de la confianza de la empresa. Poco a poco, había ascendido hasta ser el interventor de una oficina principal.


Pero por esas modas que hay en las empresas, el banco comenzó a aplicar el principio Blanca Nieves. Este principio laboral dice, que por cada Blanca Nieves (empleado con el pelo cano) que había en sus sucursales, se podían comprar a precio curricula siete enanitos con master en BMA idiomas informática y un montón de conocimientos. ¿Qué importaba que no tuvieran experiencia? En el fondo, los consejos de administración de los grandes bancos, apostaban por eso. Chicos con impecable traje negro sin corazón y sin historia.


Los malos, la maledicencia; que siempre está empujada por la envidia y por el despecho decía: Con la generación anterior de ejecutivos, como Felipe, la crisis bancaria no hubiera ocurrido. Nadie en sus cabales le hubiera vendido nunca hipotecas subprime o mas claramente hipotecas basura.


Tal vez tenían razón, tal vez todo fue una operación calculada para hacer quebrar a varios competidores molestos. Pero volvamos a Felipe.


Felipe se vio a los cincuenta y pocos años jubilado y sin poder acceder al ultimo peldaño de su carrera. ¿Con dinero? ¡Si! Pero con una esperanza de vida larga, que le hacía pensar los mas que probables apuros en la edad mas avanzada.


¿Que hacer ? Fácil, con sus conocimientos contables, pensó poner en bolsa una cantidad de sus ahorros. Gestionarla y obtener una sobre-seguridad el día de mañana.


Pero la vida, hay veces que complica las situaciones. A Felipe se le complicó el panorama, tal vez la tensión de la jubilación. Puede que tuviera otra causa. Lo cierto es, que a poco mas de un año de su no deseado retiro, un tumor de próstata, vino a enturbiar el equilibro mental conseguido.


Los médicos, le dieron una importancia relativa. Había miles de casos como el suyo en que el postoperatorio era perfecto.


¿Pero y si...? Se acercó a la parroquia, el cura al contarle su problema sonrío. Cuando quiso hablar de su desgracia, el padre sin mas, le largo una hojita de papel, algo de la operación Tobías.


Felipe leyó aquel papel muchas veces. Lo traía doblado en bolsillo de su americana Armani. Un tarde al llegar a su casa, le dijo a su esposa: Hoy no dormiré en casa. Entró en su despacho saco el papel busco un numero de teléfono y marcó. Soy Felipe G. de la parroquia de San Estanislao.


Sería a eso de las diez de la noche cuando Felipe salía de su casa. Vestía un vaquero viejo de pana, un jersey de punto con más de 15 años en sus mangas, los zapatos peores de su ropero. En la puerta trasera de un bar, cerca de la parroquia, encontró al cura y a dos hombres mas. Fue presentado. Un apretón de manos frio y seco. Le dieron una credencial con su foto para los servicios sociales y la poli.


Ya sabéis la historia de Tobías, no la tengo que repetir, dijo el párroco. -Prostitutas, maltratadas, drogatas, terminales de sida, borrachos, sin techo. Son vuestros hermanos id y socorrerlos.


Al día siguiente Felipe era otro. Yo lo encontré en la bolsa, le note algo raro. Pasaron días al final me lo contó todo. Soy otro, me dijo, por primera vez en mis 54 años se lo que es sentirse un ser humano.


De esto hace 10, de la próstata ni el recuerdo. Pero por la cara de luminosa fatiga, que se le ve por las mañas yo se que lo sigue haciendo.


Hermano no puedes yo te llevo, tienes techo comida y silencio. Nadie te va a preguntar ¿Porqué? ni te va a exigir que aceptes ningún credo.


En honor de aquellos, que en secreto, practican el onceno mandamiento.


Darío

domingo, 18 de septiembre de 2011

La red

El agua de el lago es un espejo

que refleja los mares de los cielos

y en ella las nubes como barcas

navegan cabotaje de ensueños.

Tendí la red para pescar tu lago

una red que quiso pescar sueños

triste buitrón que deja por sus ojos

fluir los deseos y los ensueños

Puse una red para apresar tu alma

y ha sido la mía prisionera

cautivo de las artes de mis celos

Puse un lazo para cazar tu cuerpo

y quedé para siempre de tus encantos

preso.

Dario

Supra Control de procesos II

Mentalmente examinó el protocolo. Era un caso de hombre en maquina. Antiguamente en la época del industrialismo feroz, solían producirse accidentes parecidos. Había veces que un hombre se precipitaba en un alto-horno. El desgraciado no sobrevivía mas de un metro a los dos de la boca toda su agua se había evaporado. Los minerales se fundían conforme se alcanzaba su temperatura de fusión. Al final se estimaba que quedaba el equivalente a un clavo grande en la colada era todo el hierro que había en su sangre. Los sindicatos siempre hicieron dramas de eso. Al final siempre pactaban un precio irrisorio para los deudos. Pero no se perdían el figurar en el sepelio. Una caja con un poco de colada mas escoria que hierro...


Recordaba también de la escuela de empresariales, el segundo paradigma de seguridad empresarial. Narraba una caída de un trabajador en un molino papelero. Un molino papelero era un hueco en el suelo donde cabía bien una casa de dos pisos. Un motor de miles de caballos hacía girar unas cuchillas que hacían pasta la celulosa los cartones y los periódicos viejos.


La pregunta clave era que hacer si cae un operario dentro. La respuesta, añadir lejía de cloro suficiente, para conseguir el blanqueo.


Luis pensaba, que los protocolos de accidente máximo, siempre eran la integral resultante de el proceso. El trabajador entregaba su vida por dinero.


Ahora le tocaba a el decidir, no era tan cruento. Pero el caso igual. Un ser humano atrapado, abrazado a una maquina, programada para extraer de el el ultimo conocimiento el ultimo jugo. Su primera obligación, asegurar el proceso. Después asegurarle al humano un desenlace feliz o un fin correcto.


Mecánicamente, buscó en la pantalla. Reunión del consejo de emergencia; con solo su mirada activó el proceso.


En los equipos de todos los departamentos y en las de todos los A. R. del CAR repitieron el mismo flash.



Hombre en Maquina


PROTOCOLO DE SEGURIDAD


Su proceso ha sido interrumpido.



Al mismo tiempo, la señal fue enviada a los mas altos dirigentes del estado. Casi como un eco, se recibió una respuesta: Convocada conferencia de seguridad dentro de diez minutos en la sala segura del consejo.



La sala segura del consejo, era un espacio en el bunker central del complejo. A una centena de metros de profundidad bajo el suelo. Era una reminiscencia del pasado, cuando las guerras se hacían con explosivos, agentes químicos y bacterias. Hacía tiempo que no se usaba eso, de la misma manera que tampoco había guerras.


Se rumoreaba, que un estado, había encontrado el rayo de contrición. Un extraño campo de energía que producía serios efectos en la percepción y la conciencia. Decían que todo cargo público sometido a su fuerza, terminaba por arrepentirse hacer confesión publica de sus yerros, y algunos habían puesto fin a su existencia con un tiro en la cabeza o una ingestión masiva de barbitúricos. Corrió un rumor por algún tiempo, leyenda urbana y probablemente absurda que lo llamaba el campo de la inquisición. Porque los dolores físicos y morales que producía llevaban directamente al suicidio. Pero pasó el tiempo, los muertos públicos eran cada vez menos, los mismos que propalaban el rumor callaron o viajaron lejos. Y la paz volvió a las conciencias y las sociedades.


Eran estos los pensamientos de Luís, en tanto tomaba el ascensor hacia el bunker del consejo.


Continuará


Darío