domingo, 2 de octubre de 2011

La Calle

 

Empedrada, de basalto bruñido por el tiempo, que tiene al contraluz brillos de plata.

Carros caballos, carricoches diligencias y tartanas, hicieron sonar cascos y ruedas con el duro traqueteo de su marcha.

 

Todo era así, tracción a sangre, los correos las bodas, los abastos y los muertos. Todo pagaba el tributo sonoro en la calzada. Ya sea pasacalle o zarabanda para marcar los hitos y las fechas. Los recuerdos del pueblo las batallas. 

Ya no hay calles como aquellas, en basalto soladas, que lo mismo vieron pasar al Cesar victorioso que al caudillo caído en la batalla camino del cadalso, camino de la nada.

No ya no hay calles de pueblo entrañables, hermanas del ayer y de la historia.

Ahora son de asfalto y dicen que llevan al mañana.

Darío

 

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